Este
fin de semana se estrenó en la Sala Réplika de Madrid la obra El
casamiento del dramaturgo polaco Witold Gombrowick.
El Casamiento de Witold Gombrowicz
Puesta en escena, versión e iluminación: Jaroslaw Bielski
Aspectos estéticos: Elizabeth Wittlin Lipton
Espacio sonoro: Chema Pérez
Producción ejecutiva: Socorro Anadón
Diseño del cartel: Jaime Nieto
Comunicación: Mikolaj Bielski
Compañía: Réplika Teatro
Reparto: Raúl Chacón, Socorro Anadón, Manuel Tiedra, Juan Erro, Eeva Karoliina
Me
gustaría dar la enhorabuena y el agradecimiento a Jaroslaw Bielski y
su grupo de actores y técnicos por acercarnos el teatro polaco al
corazón de Madrid. Crucifijos, novias, militares de la Segunda Guerra Mundial y un lenguaje diferente, serio
y juguetón, expresivo por encima de la lógica, chocan con el
público español y su tradición. Sin embargo, a ese mismo público
algo ayuda el ver "coronas" improvisadas en las cabezas de
los actores protagonistas que se creen reyes, o juegan a serlo, igual
que hiciera nuestro querido Don Quijote con una "bacía de
barbero" para adquirir la presencia del caballero andante.
También ayuda a la seducción del público español la risa de
algunos momentos y la soledad sonora de otros. ¿Solos dónde? ¿Es
posible estar solo con un vosotros delante? La obra pregunta,
interroga, mueve a reflexionar sobre ese individualismo que niega a
los demás, que manipula a los demás, en defensa de una soledad y
una autoconstrucción que es más destructora de lo que podamos
llegar a pensar. Y esto es una deriva más del consumismo del cual el
público español sabe tanto como el polaco. En efecto, quizá los públicos polaco y español comparten, además de la
experiencia de la "tragicomedia" de ciertos personajes,
este individualismo temeroso y temerario del siglo XXI.
Un
personaje protagonista que duda de sí mismo y se interroga
constantemente (¿Cuál es el alcance de mis palabras? ¿Mi
alcance?) vuelve a sus orígenes o queda encerrado en ellos
(¿Quién pues volvió a qué?). Se considera asimismo un sumo
sacerdore, no solo de su propio casamiento, sino de la palabra y el
lenguaje, el cual, dicho sea de paso, se muestra como el gran artificio
que puede transformar, en su juego de luces y sombras, al tonto en
sabio y a lo indigno en digno.
Todo buen juego (clásico o posmoderno) esconde reglas y temores, locuras y sueños de los que, sin duda, la obra nos habla. Ninguna responsabilidad asume este personaje que no sabe ni quién es ni a dónde vuelve y que, no obstante, debe afrontar la muerte como algo realmente real (a pesar de ser incapaz de dar normalmente un beso, como le reclama su madre, extraordinariamente representada por Socorro Anadón, al abandonarle al final de la escena).
Todo buen juego (clásico o posmoderno) esconde reglas y temores, locuras y sueños de los que, sin duda, la obra nos habla. Ninguna responsabilidad asume este personaje que no sabe ni quién es ni a dónde vuelve y que, no obstante, debe afrontar la muerte como algo realmente real (a pesar de ser incapaz de dar normalmente un beso, como le reclama su madre, extraordinariamente representada por Socorro Anadón, al abandonarle al final de la escena).
Viernes 20h y Sábados 21h. Hasta el 19 de marzo.